Seguro que hay muchos saltos que pueden considerarse históricos por distintas razones y en el paracaidismo del Ejército del Aire, pionero en España en esta modalidad militar, hay muchos ejemplos,  entre ellos: el primer salto manual, el primero con oxígeno, la primera cadena margarita y la última, el primer manual con armamento, el primer nocturno, etc., etc., pero la realidad es que, repasando todos estos hechos históricos e incluso mundialmente , no hay ninguno que reúna las características especiales como el que vamos a relatar a continuación.

Como todos los hechos históricos requieren un estudio pormenorizado, del contexto en el que se produce, la época, la posibilidad de reproducirlo y sobre todo, si es posible, un relato sustancial de los que lo presenciaron o participaron en ello.

Vamos a ello.

Corría el año 1968, la Escuadrilla de Zapadores Paracaidistas había arrancado y empezaba a funcionar. Tenía cubierta su plantilla de tropa y cuadro de mandos. Se había incorporado en el verano de 1967 el Capitán Ayuso, Pipo, paracaidista emblemático y uno de los mejores saltadores de manual de la historia: había llegado a los 1000 saltos cifra en aquella época inalcanzable para la mayor parte de los mandos. Entonces la Sección de Pruebas y Exhibiciones tenía destinados tres suboficiales pero Ayuso quiso traerse a los antiguos componentes de la Patrulla Acrobática que había estado funcionando en la Escuela durante años y cuyo personal, la mayor parte cabos 1º y sargentos, al ascender habían sido destinados a diferentes unidades del Ejército del Aire.  Ayuso contacto con ellos personalmente y uno por uno les fue intentando convencer para que volvieran a la Unidad que, aunque tenía cubierta su plantilla, consiguió un aumento de seis suboficiales para la Sección de Pruebas y Exhibiciones; algunos de los elegidos renunció ( Álvarez, Pintado, Benitez,…) pero al final se cubrieron todas las plazas con primeros espadas. Fue el embrión, proveniente de los primeros manualistas y que fueron la semilla de la actual PAPEA.

Por esas fechas se había participado ya en campeonatos militares de paracaidismo, nacionales y extranjeros,  y en algunas exhibiciones  con motivo de visitas importantes a la Escuela o en efemérides nacionales. Se saltaba con “humos” primero era una bolsa con polvos de talco y con una cremallera que al abrir la cremallera por arriba y por abajo antes de la caída, por el efecto Venturi, el talco salía por las aberturas y marcaba la caída del saltador y llenaba de polvo blanco la cabina del avión. Posteriormente se empezó a utilizar una “espuela” en la que se enganchaba un bote de humo que se disparaba en el momento de la salida con el fin de que el humo no entrara en el avión (alguna vez pasó) entorpeciendo el trabajo de la tripulación.  Este sistema era  peligroso por la alta temperatura que cogía el bote de humo y el artilugio que lo sujetaba a la bota. Con los años llegaron los botes de humo frío.

Hasta el momento no ha sido posible fijar exactamente la fecha, pero fue en el entorno de finales de los 60 o principios de los 70. Fue en el  mes de junio/julio y se  celebraron los primeros campeonatos militares de Academias en el Estadio Vallehermoso de Madrid. Fueron presididos por el entonces SAR. el Príncipe   Juan Carlos. Por la organización, estaba involucrado en ella el Teniente Coronel Villalain, se decide que un equipo de paracaidistas del Ejército del Aire salte con la Bandera de los Juegos par entregársela al Príncipe , izarla e iniciar los juegos.

El Jefe de Zapadores designa para ello a los sargentos Navarro, Fernández, Contreras y Recio como suplente y al Cabo 1º Estepa como enlace en tierra (Servicio ZL) para dar información al helicóptero, colocar humo, etc. etc.

CONTINUARÁ…

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